Momentos de Terror
Ese día oscuro, Itai ya estaba saliendo del festival Nova, pero cuando él y su amigo, Ben Mizraji (z”l), vieron a los heridos, decidieron regresar para ayudarlos y llevarlos al centro médico (la ambulancia) que había en la fiesta.
Itai estuvo desaparecido durante 4 días, hasta que finalmente fue identificado en el campamento Shura. Fueron 4 días de pesadilla interminable que terminaron el martes por la noche, cuando los oficiales del ejército llegaron a nuestra casa.
Al verlos, grité y entendí que lo peor había ocurrido.
La Persona detrás de la Historia
Itai era un chico puro, hermoso, humilde, lleno de amor, amado y sensible con quienes lo rodeaban. Desde niño, le encantaba ayudar a los trabajadores del establo cada sábado. Al crecer, continuó trabajando allí y, durante la preparatoria, pasó a trabajar en los campos agrícolas. Después de terminar la escuela, Itai realizó un año de servicio comunitario en “HaRoeh Haivri (el Pastor Hebreo), un proyecto educativo que es una alternativa a la detención en presión.
Tras su fallecimiento, los chicos con los que trabajó nos contaron que, gracias a él, cambiaron su rumbo y decidieron alistarse en el ejército.
Itai tenía un gran talento para el trabajo manual y una mente abierta. Le encantaba trabajar con las manos. Cuando ideaba un proyecto, lo planificaba con detalle y lo ejecutaba con dedicación. Siempre se ponía metas claras y trabajaba incansablemente para alcanzarlas. En su vida cotidiana, era modesto, disfrutaba pescar con su padre y tenía amigos de todas las edades. Cualquiera que lo conociera caía rendido ante su encanto.
Durante el servicio militar, Itai fue un valiente soldado en la unidad “Duvdevan”, donde se desempeñó como operador de comunicaciones del comandante de la compañía. Sirvió como oficial de carrera un mes antes de finalizar su servicio.
Itai tenía una novia llamada Carmel, con quien estuvo aproximadamente cinco años. Juntos soñaban con casarse y construir su hogar en el norte del país, cerca de la naturaleza y la tierra: una casa pequeña, un campo para cultivar y unas cuantas ovejas en el patio.
Mi mensaje
¡No se puede enterrar a un hijo! ¡Un padre y una madre no deberían enterrar a su hijo!
Nuestro Último Abrazo
El viernes, después de la cena familiar, salí a pasear a los perros mientras Itai ayudaba a sus hermanos a recoger la mesa. Cuando regresé, él ya estaba saliendo hacia su departamento en el kibutz. Me dijo: “Mamá, te esperé. Te llamé desde el otro lado, pero no me escuchaste”. Me abrazó a las 8:30 de la noche, en el sendero junto a la casa, 12 horas antes de que lo mataran.
 
								 
											 
											


