Momentos de Terror
Veníamos escuchando hablar de la fiesta desde hacía mucho tiempo; todos estaban entusiasmados y con grandes expectativas. La tarde del evento, Segev fue a buscar a Ayelet (Ayelet Arnin, su amiga de la infancia desde los 7 años). Más tarde llegaron Itamar con su pareja, Agam Yosefzon, y Alon Ohel, y todos partieron juntos hacia el evento. Bailaron durante casi dos horas hasta que, a las 6:29, una “Alarma Roja” interrumpió la música.
Los cinco se subieron de inmediato al auto con la intención de alejarse de la zona. Al llegar al cruce con la carretera del norte, tuvieron que dar la vuelta y regresar en dirección a Re’im, hasta que finalmente se refugiaron en uno de los refugios de la carretera, sin darse cuenta de que estaban entrando en una trampa mortal. Los terroristas llegaron y comenzaron a lanzar granadas. Aner Shapira, Eitan y Alon las repelieron, mientras Segev e Itamar intentaban calmar a los demás. Alon y Segev llamaron a la policía. Segev resultó levemente herido por una de las granadas, pero continuó tranquilizando a los que estaban cerca y guiando a los que luchaban contra los terroristas.
Después de que lanzaron las granadas, los terroristas arrastraron a cuatro personas, incluido Alon, hacia una camioneta, y hasta el momento de escribir estas líneas, Alon sigue secuestrado en Gaza. Después del secuestro, los terroristas volvieron al ataque, y la voz de Segev se extinguió para siempre. Durante los días siguientes, lo buscamos en los hospitales y en los videos horribles, con la esperanza de que regresaría a casa. Incluso pensábamos en la ayuda que necesitaría y en qué podríamos hacer para brindarle las herramientas para enfrentar lo que había vivido, cuando volviera.
Pero al tercer día, el martes 10 de octubre por la mañana, llegó Boaz, el padre de Itamar, y nos dijo entre lágrimas y con la voz temblorosa: “Segev no está con vida… Itamar estuvo acostado sobre él durante seis horas, estoy seguro… Itamar ya dio su testimonio a la policía el sábado por la tarde, pero no nos permiten hablar porque aún no han confirmado la identificación oficial. Sin embargo, ya no puedo guardar silencio”. Al mediodía, vino Itamar con la mano vendada, el tímpano roto, el rostro lleno de marcas de esquirlas (las mismas marcas que vi después en mi amado Segev), apenas respiraba, y en su mano sostenía la estrella de David de mi hijo, bañada en su sangre. ¡El collar que le había dado como regalo para su Bar Mitzvá!
La Persona detrás de la Historia
Nuestro Segev era una personalidad única. Un personaje vibrante, con un sentido del humor inigualable, un espíritu libre, inconformista, y con una personalidad magnética que cautivaba tanto a jóvenes como a adultos. Destacaba en cualquier grupo en cuestión de segundos gracias a su agudeza y habilidades de liderazgo. Segev no era de los que se rendían fácilmente; sabía cómo poner límites y tenía una forma sencilla de ver la vida. Siempre decía que nosotros la complicábamos demasiado, y quizá tenía razón.
A Segev le encantaba la buena comida y admiraba a quienes sabían cocinar de verdad (como su papá y su abuelo). Amaba los dulces y tenía una especial debilidad por los Sour Patch. Su vida siempre estuvo llena de música, deportes, amigos y familia. Fue madrij en el movimiento juvenil sionista “HaNoar HaOved VeHalomed”, practicó fútbol, judo, tenis, estudió en Bar Ilán y, por supuesto, era un apasionado del fútbol americano. Segev era un gran fanático del Barça y de los Baltimore Ravens.
Mi Mensaje
La vida, a pesar de todo el desarrollo, sigue siendo muy simple. Existe el bien y el mal. La guerra actual no es la guerra entre Israel y los palestinos, de ninguna manera. Es la guerra entre el bien y el mal, entre la moralidad y la brutalidad, entre el amor y el odio.
Nuestro Último Abrazo
Segev no era muy aficionado a los abrazos… sacarle un beso o un abrazo no era fácil. Por lo general, inclinaba la cabeza para recibir un beso. Normalmente, nos abrazábamos antes de despedidas más significativas, y yo solía fastidiarlo. Lo abrazaba por detrás… ¡No recibí un último abrazo! ¡No me despedí! Y no creo que pueda hacerlo.
 
								 
											 
											


