Momentos de Terror
Omri viajó al Festival Nova junto a sus mejores amigos y sus parejas.
La última conversación que tuve con él fue el viernes a las 18:30. Le pedí que se cuidara y descansara antes de salir, nos deseamos “Jag Sameaj” y quedamos en hablar cuando regresara del festival. Antes de colgar, me dijo: “Mamá, “Jag Sameaj”, te amo”.
La mañana del 7 de octubre escuché las noticias y hablé con la mamá de uno de sus amigos. Los chicos la habían llamado para avisarle que estaban dejando el festival porque comenzaron los bombardeos y la policía los estaba escoltando fuera del lugar. A las 07:25, Omri grabó un video desde el auto mientras salían del área. Intentamos comunicarnos con él, pero no respondió. No sabíamos qué le había pasado.
El sábado por la noche lo reportamos como desaparecido y entregamos los datos de identificación a las autoridades. Pasamos los días siguientes buscándolo. Fuimos a todos los hospitales del sur, recorrimos las salas de los heridos con la esperanza de encontrarlo, y dejamos su fotografía en todos los lugares posibles.
El miércoles por la tarde las noticias llegaron a nuestra casa. Es la peor pesadilla para cualquier padre: una culpa infinita que te persigue, cuestionándote por qué no pudiste ayudarlo. ¿Qué sintió en sus últimos momentos? ¿Qué alcanzó a ver? Es un dolor desgarrador, que parte el alma en dos y te deja como un ser incompleto. Y el vacío en el corazón no deja de crecer.
La Persona detrás de la Historia
Omri amaba la vida, disfrutaba sonreír y encontrar la felicidad en cada momento. Creía firmemente en vivir como si no hubiera un mañana y aprovechar al máximo cada instante. Tenía un alma sensible y aceptaba a las personas tal como eran.
Le apasionaba la guitarra, y no perdía oportunidad de tocar, sin importar el lugar. Dejó tras de sí un legado de textos que escribió, llenos de emoción, amor y una profunda compasión por los demás. Escribía, tocaba y cantaba, e incluso logró cumplir uno de sus sueños que era grabar una canción propia.
Omri sentía un amor incondicional por sus amigos. Era el “pegamento” que mantenía unido al grupo, organizando encuentros y asegurándose de que compartieran momentos inolvidables. Cada vez que regresaba a casa los fines de semana, sus amigos se reunían con él para tocar música y disfrutar juntos.
También tenía una gran pasión por el fútbol y el mar. Podía pasar horas jugando con una pelota en la arena y, recientemente, había comenzado a practicar futvóley.
Mi Mensaje
Amar al prójimo, disfrutar de cada día y cada hora, alegrarse y sonreír: así era Omri. Y a ese niño tuvimos el privilegio de amar.
Nuestro Último Abrazo
Nos despedimos el sábado de Sucot por la tarde con un abrazo, nos veríamos en Simjat Torá.
 
								 
											 
											


